jueves, 8 de marzo de 2007

Sobre la originalidad en la literatura



Hoy en día, es común escuchar (o mejor dicho leer) que muchos críticos se refieren a ciertas obras como “originales” o, a sensu contrario, como “poco originales”. Me parece pertinente reflexionar desde una perspectiva tautológica[1] el concepto de originalidad en la literatura.
«Nihil novum sub sole» solían decir los romanos, para indicarnos que no hay nada nuevo, que todo ya está escrito desde que el tiempo es tiempo y desde que el hombre aprendió a utilizar la escritura como medio de comunicación. Esta referencia es muy acertada para nuestro pequeño estudio, porque podemos decir que en realidad, nada es ciento por ciento original de por sí. Los temas literarios a los cuales los escritores se aferran vienen repitiéndose (y acumulándose) desde Homero (o si somos un poco quisquillosos, desde las tablillas de arcilla que recitan el Poema de Gilgamesh) hasta nuestros días, conformando un gran corpus temático que sirve de materia a la composición de las obras.
La originalidad, por ende, no estará dada por los temas que los autores abarquen, sino más bien en como tratarán esos temas, como los narrarán. Tomemos como ejemplo (por un puro capricho hedónico de mi parte) la obra de Borges. Sabemos bien que los temas que más fascinaban al maestro era los relacionados con conceptos metafísicos: el tiempo, el espacio, la materia, la inmortalidad, etc; temas que, por otra parte, ya venían siendo trabajados, verbi gratia, por los filósofos griegos como Platón o Aristóteles. Pero esto no resta en absoluto originalidad a la obra borgeana. Muy por el contrario, Borges al tomar elementos preexistentes (puesto que es muy difícil crear desde la nada, a menos que se tenga un carácter divino) los interlaza y reelabora aportando su cuota de creatividad personal, su estilo propio. Allí se presenta, según mi perspectiva, la naturaleza esencial de la originalidad literaria. La obra de Borges es tremendamente original, precisamente porque el autor sabe como ensamblar milimétricamente cada una de las partes que conforman el todo y como rellenar los espacios vacíos con ideas nuevas. En esto presenta mucha importancia el concepto de préstamo intertextual, es decir, la inclusión en la propia obra de conceptos ya desarrollados por distintos autores a lo largo del tiempo. La escritura es, esencialmente, reescritura y todo (gran) escritor es, en primera instancia, un gran lector. Ya lo dijo el mismo Borges: «Que otros se enorgullezcan de las páginas que han escrito, a mi me enorgullecen las que he leído». Sólo leyendo en cantidades diluvianas se puede aprehender la esencia misma de la literatura, su carácter único. Y sólo leyendo se pueden extraer los conceptos y las estrategias necesarias para poder escribir. Lo que viene después está dado por la habilidad del escritor para conjugar todos esos elementos en una obra narrativamente original, haciendo uso de todas las potencialidades del lenguaje. Otro ejemplo borgeano: en El libro de arena (1975) se incluye un cuento titulado El otro, que versa sobre el tema del doble, el doppelgaenger; éste era uno de los favoritos de los escritores románticos (en especial de los alemanes, como lo demuestra Heinrich Heine en su poema “Der doppelgäenger”). En el prólogo al libro, Borges ya nos advierte sobre la secularidad del tema: «El relato inicial toma el viejo tema del doble […]». Pero el cuento de Borges es más que un relato más acerca del doble; es una experiencia de confrontación con uno mismo en un estadio diferente. Es un dilema existencial sobre lo que fuimos y sobre lo que somos.
Ergo, los temas pueden repetirse infinitamente, pero el modo de enunciarlos, de transmitirlos, van cambiando, mutando en multiformes y vastos regueros de tinta. Por ende, las obras no son meras asincronías tautológicas dadas a lo largo del tiempo. Tomemos otro ejemplo, esta vez será la obra Boquitas pintadas (1969) de Manuel Puig. Personalmente, dudo mucho que la novela de Puig haya tenido tanta aceptación de no ser por las “vanguardistas” estrategias narrativas que utiliza para construir su novela. En Boquitas pintadas, el narrador tiende a desaparecer y es reemplazado por toda una sucesión de elementos tomados de la cultura de masas: cartas, entradas de agendas, actas policiales y hospitalarias, informes de hospital, diarios íntimos, etc. Como curiosidad comparativa, diremos que Bram Stoker llevó esto también a la práctica en su novela Drácula, unos cuantos años antes que Puig. Prosiguiendo con Boquitas pintadas, hasta su estructuración corresponde a elementos culturales provenientes de medios populares, puesto que su arquitectura narrativa se arma en base a entregas de folletines. Pero más allá de eso, la novela de Puig es una novela sentimental como tantas se han escrito. Sin embargo, la inventiva del escritor se halla, precisamente, en el modo de narrar su historia; allí reside su originalidad.
Cabe precisar que, en ningún momento a lo largo de esta exposición, me he referido a la originalidad o creatividad argumentativa, que es un tema diferente y que, taxonómicamente, se enlistaría en el conjunto de estrategias narrativas; puesto que la historia o fábula – como le llamaban los formalistas rusos – no deja de ser una forma de representación simbólica (si se quiere) del tema a tratar.
Así, las cosas ya se han dicho. Lo que hace falta es decirlas de otro modo diferente, con ideas nuevas; y me temo que este texto ya ha sido escrito por alguien en algún momento de la historia.


[1] Adoptando la primera acepción que nos otorga el Diccionario de la Real Academia Española.

4 comentarios:

__m__ dijo...

Todo es relativo amigo zer0, esto es como el arte, aunque una obra parezca totalmente original no quiere decir que sea innovadora y viceversa...pues el artista, ya sea pintor escritor , etc, toma como referencia un punto de partida, del cual se ve condicionado sin darse cuenta.

de este modo a veces se hace algo que se cree original por completo y al tiempo descubres algo que es muy parecido a tu obra, hecha antes que la tuya, pero que tu no habias visto antes......

por lo tanto la originalidad es relativa, todo depende del grado de influencia de los textos/ obras que nos hayan llegado mas alla de los ojos...

Zer0 dijo...

Cita:
"(...) parezca totalmente original no quiere decir que sea innovadora y viceversa...pues el artista, ya sea pintor escritor , etc, toma como referencia un punto de partida, del cual se ve condicionado sin darse cuenta."

Precisamente eso es lo que panteo en el ensayo... :)

__m__ dijo...

por ello insisto en la razon que llevas.

KAISER dijo...

Para ahondar más en el concepto de la originalidad tenemos que acudir a la etimología de la palabra.
Original etimológicamente significa que "respeta el origen", es decir que no tiene porque ser nuevo, al contrario respeta la base de lo que trata aportando lo propio como complemento para enriquecer el todo.