jueves, 11 de marzo de 2010

Crónica de mis días con el Ulises

Tercer día: Proteo.
La forma, el lenguaje: una complejidad. Joyce alcanza una densidad verbal pasmosa: la palabra se aleja de los supuestos, de los esquemas, se torna materia simbólica. Lo real: ese es el problema. Lo real. Cómo conocer, cómo aprehender ese flujo fáctico que se sucede ininterrumpidamente. Ineluctable modalidad de lo visible. La realidad es proteica: cambia, se modifica. La percepción sensorial es instintiva e inmediata, se evapora con el devenir temporal. Para dar cuenta de lo real, pues, el lenguaje: único elemento capaz de poder estabilizar el fluctuante flujo fenoménico. Pero. Se necesita algo, primero: si la realidad muta, si la realidad en un complejo, el lenguaje no puede ser el de uso corriente: el lenguaje debe, también, mutar, para dar cuenta de esa complejidad, volviéndose él mismo complejo.

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